Velacion 2008 - 1er Sabado de Cuaresma
 
"MARÍA MADRE DE DIOS Y MADRE DE LA IGLESIA"
El título por excelencia de María es el de ser la madre del Dios. Es su maternidad lo que la hae entrar de lleno en la perspectiva de la fe y el culto de los cristianos. Por supuesto que ha existido un crecimiento progresico en la extensión del culto mariano.
En una homilía de San Melitón de Sardes, de mediados del siglo II, se lee este bellísimo texto El (Jesucristo), es quien se hizo carne de una virgen, quien fue colgado de un madero, quien fue sepultado, quien resucito entre los muertos, quien fue elevado a las alturas de los cielos, el es el cordero sin voz, el es el cordero degollado, el es el nacido de María, la hermosa cordera.
Una de las oraciones marianas que ha permanecido en la piedad popular desde entonces hasta nuestros días, tuvo su origen en los primeros siglos, consta en papiro egipcio del siglo III que la oración Sub Tuum Praesidium (bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas que te hacemos en nuestras necesidades, ante bien líbranos de todo peligro, Oh Virgen gloriosa y bendita), era recitada por diversas comunidades otra de las oraciones que cabe destacado es el Ave María Dios te salve María... Santa María Madre de Dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
En el año 431 el concilio de Éfeso definió el dogma de la maternidad divina de María, pues en Cristo existe una única persona que es, al mismo tiempo, verdadero Dios y verdadero hombre, como repetimos en el credo que rezamos como profesión de fe, la acogida, gozosa al concilio de Éfeso tuvo consecuencias positivas para el culto Mariano, que se vió realizado y se extendió rápidamente, el Concilio Vaticano II lo reconoció al afirmar que sobre todo desde el Concilio de Éfeso el culto del pueblo de Dios hacia María a crecido admirablemente en veneración y amor, en oración e imitación (constitución Lumen-Gentium, 66).
En el siglo VIII finalizando la era de los santos padres o patrística, sobresale San Juan Damascend, el último de los santos padres otientales, como uno de los grandes teólogos marianos bizantinos. Desarrolla con profundidad y ternura el tema de la santidad de MAría en una de sus homílias de la navidad dice: ¡Oh Hijita Santísima de Joaquín y Ana, escondida a los principados, y a las fechas encendidas del maligno! Pusite tu habitación en el tálamo del espíritu, y fuiste conservada sin mancha, como esposa de Dios, para que por tu naturaleza fueses la madre de Dios.
 
Proyecto: Hermandad de La Santísima Virgen de Dolores 2008 - Realización: Victor Manuel López 











 

© Fotos: Devoto Carlos Garrido
 
 
   
 

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